viernes, 13 de agosto de 2010

El colmo del género

Es la introducción de “La Edad De Oro”, de José Martí; el libro lo encontré entre cosas que ahora mismo han de estar llegando al vertedero de Duquesa, y lo salvé de la suerte de ellos para presentarles cómo desde la niñez se nos trata de inculcar esas diferencias de género que tantas vidas ha costado por el abuso de poder entre uno y otro.


A LOS NIÑOS QUE LEAN
“LA EDAD DE ORO”

Para los niños es este periódico, y para las niñas por su supuesto. Sin las niñas no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces y parece un gigante: el niño nace para caballero, y la niña nace para madre. Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres. Todo lo que quieren saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Les vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora.



Creo que no hay que agregar más nada. Yo leí este libro ‘forzada’ por mi papá, a los 9 o 10 años y es chocante al ahora encontrarme con él de nuevo, pero de manera consciente. Asimismo pasa con un sinnúmero de textos, películas, canciones, que promueven la diferencia de género, que es la base para que una u otra sea discriminada y den paso a los casos de violencia que ya conocemos.

Es una invitación a estar despiertos y despiertas, conscientes ante todo lo que pasa por nuestros ojos y oídos; para no reproducir esos patrones discriminatorios.

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