lunes, 25 de octubre de 2010

DESAHOGO XXVIII

Los cambios, en la medida en que la lógica lo envuelve, son buenos. El sábado conversaba con un amigo sobre la velocidad con que está pasando este año, y lo rápido que llegamos al último trimestre de este 2010.

Pareciera como si a medida que pasan los años las cosas se vuelven más intensas. 2009, 2010, han sido años donde muchas cosas han pasado. Y no es que vaya a hacer un inventario, porque no terminaríamos, ni yo de escribir ni quien lo lea de leer.

Los excesos son una joda. Las palabras son una trampa que jode en la medida que no logramos un balance entre las palabras que decimos, y las que escuchamos. La amistad debe prevalecer ante todo, principalmente ante el orgullo. La felicidad plena creo que no existe, pero nos acercamos más ella cuando usamos más el NOSOTROS, que el YO. Nos hace más humanos, nos acerca a lo más bello y puro de la vida: El Amor. Y no el amor de andar de manos con alguien y oír canciones de Ricardo Montaner, ni el amor pendejo y masoquista que da todo y se subyuga al deseo del ser amado. No ese amor. Hablo del amor en el sentido más amplio de la palabra, el amor que entrega porque sí, el amor que nace en lo más profundo del alma, que nace del amor a uno mismo y se proyecta en bien y paz a los demás.

El amor que te mueve a luchar por la justicia, por el respeto que todas y todos tenemos a vivir en paz, por el respeto a los recursos naturales, por lograr una armonía entre la naturaleza y quienes la habitamos. Es amor lo que me mueve a luchar contra la Barrick, y la que no me permite quedarme de brazos cruzados ante tantas injusticias. Es puro amor lo que me levanta cada día a vencer los obstáculos que los Rojos me imponen, pero que sin ellos querer me hacen más fuerte. Es amor lo que me hace reconocer mis errores y esforzarme por superarlos para ser mejor. Es amor, sí, es amor.