Todo es raro. Humo.
Bacterias. CO2. Coñazos al aire. Una estudiante de 8vo fuma uniformada luego de
la prueba de matemáticas, en la puerta del Benito. Atada a un sentimiento que
no puedo renunciar, que no quieres recibir. Peros, peros, peros y mas peros… no
se adonde lleva esto ni a donde quiero ir. La cotidianidad, rutina, la vida
SIMPLE que rebosa tu sien. Mis sueños, impotencia, NECEDAD, ante mis días, tan
cotidianos, y sin embargo, tan llenos de escapes para huir de esta libertad que
me aprisiona y me asfixia. Se van amigos, se estupidizan, se enamoran, se gradúan,
se divorcian, se embarazan, se mudan, golpean a sus esposas, abortan, fuman,
mienten, salen del closet, singan, besan, se embriagan, se casan. Madres que se
esconden para no ver a su hija mayor; padres que esconden en el cesto de ropa
sucia, una cirrosis inminente, como venganza a 25 años de matrimonio idos a la
mierda, y vuelto un asco el ideal de familia impuesto en estos lados.
Tus ojos, verte,
sentirte cerca. Un oasis. Pocos respiros he tenido en tu ausencia.
No sé cuanto tiempo
soporte tu indecisión, tu resistencia a escapar, y buscar esa montaña de la que
hablabas, o esos bailes milenarios que pretendías descubrir.
Yo, la misma, la
que se abstrae como los “locos”, la que es todo y no pertenece a nada. La del
miedo crónico a la presión. La de las manos de ‘vaga’ que se pierde entre
libros y David Bowie. La que nació en una época equivocada, la que añejó a
destiempo y se desfiebró de placeres fugaces; y se dedicó a desentrañar en lo
pequeño, simple y feo, lo Pleno. Las hojas no se mueven. Sudor. Dolor de
espalda. Una brisa breve y fresca (lo pleno). Hora y media antes de ver una
película que me saque de aquí y me invite a otro mundo o galaxia, o plano, o Mi
oTro yO®…
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