Odio esta ciudad
inconclusa, fastidiosa, apagada. Odio su espalda. Solo veo espaldas. Su
afirmación es el NO más seco, vacío y feo. Es como dios. Tiene mal gusto si
creó o inspiró esta ciudad de calles raquíticas, mujeres en tubis; y mi ojo
derecho no se desinfla, para poder huir de ella.
Odio esta ciudad
con sus parques azucarados que borran la memoria de otros tiempos, de sillas de
guano y jarros de aluminio, campanazos en las iglesias, de fracatanes y
supermercados chinos –hoy solo picapollos y moteles-. Mi ojo derecho está
coagulando el agua de ahí…. Me secará el cerebro o lloraré gelatina.
Odio esta ciudad,
aburrida hasta el colmo. Tan puntual en su nadación. Parece que la gente no se
‘jarta’ de lo mismo, ni de los murciélagos que se comen los mangos del vecino,
ni yo de los gatos de mi vecina. Siguen vivos. Será su culpa el asunto de mi
Ojo derecho?
30/06/2012
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